Soterrada por demonios,
mi cabeza está como un bombo
dónde el que lleva las baquetas
escapa a mi control.
No hay manera de cambiar,
tras 25 años sigo siendo igual,
reciclando esperanzas
de no sumirme en mi oscuridad.
En las cabezas, siempre hay más ruido
dentro que fuera...
¡Ay, si como espejos fueran nuestros pensamientos,
no haríamos tantos destrozos por dentro como hacemos,
aunque fuera por vergüenza, agacharíamos la cabeza
por hacer tales quimeras!
Y sin embargo aquí estamos,
reproduciendo los mismos errores
cómo una lista de canciones.
Sin estar satisfechos los reiniciamos
para disfrutar mejor cada momento.
Ya no hay miedo de joder nada,
ahora simplemente espero la próxima cagada.
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